Mirambel es una localidad con más de mil años de historia cuya evolución ha estado ligada a las Órdenes de Caballería. Está situada en un altiplano de la comarca del Maestrazgo, en las proximidades del Sistema Ibérico en un relieve cortado por profundos barrancos, un paisaje único y una de las más bellas de Teruel, junto al río Cantavieja.
Es una ciudadela amurallada que conserva su estructura y edificios medievales casi intactos, hasta el punto de que en el año 1981 recibió el premio Europa Nostra de Restauración. También es Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural.
Mirambel tiene cinco puertas y cinco ermitas. De los cinco portales de acceso a la ciudad, solo uno es practicable para vehículos, el de las Monjas, el más grande y el más conocido por su conservación, del que destaca el arco de entrada y la torre templaria que lo guarda. En su parte interior se encuentra el Convento de las Monjas Agustinas Ermitañas fundado en 1564.
Siguiendo la Calle Mayor, uno no puede dejar de admirar los edificios, palacios renacentistas aragoneses, típicos con su sillería y arquillos y su arquitectura tradicional hasta llegar al Ayuntamiento, del siglo XVI, o a la Iglesia de Santa Margarita, del XVII, de la que destaca su esbelta torre y que también encontramos en la misma plaza. Sin omitir el castillo, el Palacio de Aliaga o el de Castellot, cualquiera de las rutas que escojamos nos llevará a un rincón inolvidable.
Y no podremos dejar Mirambel sin probar sus exquisitos productos típicos: Cecina, Lomo embuchado, riquísimos Quesos, por supuesto, Jamón de Teruel con Denominación de Origen, Setas y trufas (estas últimas tienen regulada su recolección, aunque si se desea proceder a ésta es tan sencillo como solicitar un permiso a las autoridades municipales), carnes y caza, Mantecados de almendra, tortas de alma, rosquillas huecas, magdalenas caseras, almendrados, almojábanas, tortas de nuez, sequillos y Melocotón de Calanda.
Marga G.-Chas Ocaña