Isla Cristina es una localidad reciente, no es –por lo tanto- una localidad histórica con grandes monumentos, pero sin embargo es un municipio que rebosa encanto por los cuatro costados por muchas razones.
Isla Cristina nace como una simple base para los pescadores de las marismas formadas por la desembocadura del río Carreras y que hoy es conocido como el Paraje Natural de las Marismas de Isla Cristina, una gran reserva de aves y peces entre sinuosas lenguas de agua y de arena que se comunican entre sí.
Dada la gran riqueza de los caladeros, primero se construyó un poblado, que se llamó La Higuerita, en honor al árbol junto al que se construyó el primer pozo de agua dulce, fue creciendo y en 1834 se le cambió el nombre por el de Isla Cristina como homenaje a la ayuda que la reina Cristina brindó a la población durante una epidemia de cólera.
Lo más antiguo de la ciudad son las callejuelas próximas a los muelles, lo que hoy se conoce como la Plaza de las Flores y el Paseo de las Palmeras, porque a pesar de su desarrollo industrial, Isla Cristina sigue siendo un pueblo marinero en su esencia, un pueblo vinculado al mar, con olor a marisma y definido por sus arenales, salinas y playas. Isla Cristina es, como es habitual en las ciudades marinera, hospitalaria y alegre, hoy es una ciudad moderna dedicada a los salazones y las conservas de pescado, principalmente el atún.
Otro factor que ha contribuido muy positivamente a su desarrollo ha sido el turismo, no en vano, Isla Cristina, en el litoral mediterráneo de Huelva, puede presumir de poseer con doce kilómetros de playas de blanca y fina arena, transparentes aguas y tres mil horas de sol aseguradas. Entre sus playas, que son muchas y preciosas podemos destacar la Playa de la Casita Azul, Playa del Hoyo, Playa de El Cantil, Playa Urbasur, Playa Parque Litoral y la Playa Punta del Caimán, en la Isla de la Gaviota.
Marga G.-Chas Ocaña