Si trazáramos un cuadrado entre Madrid, Granada, Málaga y Córdoba, Priego de Córdoba nos quedaría casi casi en el centro, en el corazón de las sierras Subbéticas, al sureste de la provincia de Córdoba.
Priego es una ciudad con un amplísimo bajage histórico que se aprecia en nuestros días, con gran importancia durante la prehistória y durante la formación de las primeras culturas mediterráneas, sufrió una fuerte romanización, aunque fue bajo la mano musulmana que alcanzó todo su esplendor, dependiendo del Califato de Córdoba y como capital de una de sus coras. Su nombre era Medina Bagha.
Es una ciudad amurallada que mantiene su estructura medieval. Su posición estratégica la llevó a ser protagonista de muchos episodios bélicos a lo largo de su historia: su fortificación empezó con os romanos, se desarrolló con los musulmanes y bajo la protección de la Orden de Calatrava tuvo una gran importancia en la época medieval. A principios del siglo XVIII pasó a depender del Condado de Medinacelli y desarrolló espectacularmente una industria textil que ya estaba en auge, convirtiéndose en la capital del terciopelo y el tafetán. Pero esta prosperidad se truncó en el siglo XIX por la inestabilidad política y la desaparición de los gremios y varias veces ha resurgido hasta la actualidad, que se ha reconvertido en una importante industria textil de driles y lonas e industria dedicada a la confección.
De su importancia histórica quedan más de 30 monumentos que están catalogados como Patrimonio Histórico, entre ellos, la fortaleza y las murallas, un barrio entero, el Barrio de la Villa, con preciosas placitas y cuidadísimas fachadas, todo de estilo andalusí; además de varias iglesias, toda una calle la Calle Río, zigzagueante y cuajada de palacios donde vivía la gente adinerada; las Carnicerías Reales, antiguo matadero y mercado, un precioso edificio manierista del siglo XVI.
La mejor perspectiva se tiene desde el Balcón del Adarve, un mirador cuyo desnivel sirvió de protección natural a la ciudad y sus manantiales naturales una muy buena excusa para una excursión.
Marga G.-Chas Ocaña