Valderrobres es un pueblo histórico, hermosísimo y en un perfecto estado de conservación. En su casco antiguo cuenta con varios edificios declarados Monumentos Histórico – Artísticos, un castillo gótico y un Ayuntamiento catalogado como Monumento Nacional. Un paseo por sus calles es una experiencia que va más allá de un viaje al pasado.
Valderrobres es un pueblo para pasear, para ver, para dejar que se detenga el tiempo. Lo mejor es entrar a pie: se encuentra en la comarca de la Matarraña aragonesa, asentado en un cerro donde nace el río del mismo nombre y ya, la entrada al pueblo, se hace atravesando el puente medieval de San Roque, que se apoya sobre el lecho del río con arcos ojivales, al finalizar el puente nos encontramos directamente con una la puerta que da nombre al puente, presidida por un imponente torreón defensivo y que nos permite atravesar la muralla para acceder al recinto medieval.
Toda esta parte está datada entre los siglos XIV y XVI, aunque el castillo se asienta sobre una fortaleza anterior. El recinto intramuros está estructurado como un laberinto de callejuelas que reptan por la colina hasta alcanzar la cima; un buen punto de partida lo tenemos en la Plaza de España, desde ella las callejuelas nos conducen hacia el castilloy la iglesia arciprestal de Santa María la Mayor. La iglesia es una muestra del gótico mediterráneo y destaca por el gran rosetón de su portada decorado con puntas de diamante y tracería calada. Está comunicada por un paso elevado con la fortaleza, un magnífico castillo señorial gótico construido como residencia de los arzobispos de Zaragoza. Juntos conforman la mejor muestra de conjunto gótico de Teruel.
El Ayuntamiento, Monumento Nacional, ocupa un palacio renacentista del siglo XVI de tres plantas, cuya característica más espectacular es una galería aragonesa sobre arcos de medio punto en la planta superior, los balcones de la planta intermedia y las lonjas de sus fachadas.
Marga G.-Chas Ocaña