En Mojácar permanece viva la herencia arabe como en ningún otro lugar de Andalucía y convive con la huella de un importante pasado medieval, lo que le otorga un carácter único. Pasear por sus luminosas calles entre casas blanquísimas es respirar lejanos aromas de las más importantes culturas mediterráneas.
La Historia de Mojacar, ha estado determinada desde siempre por su emplazamiento, como atalaya, en lo alto de un cerro dominante. Desde finales del Neolítico -hay numerosos restos de la Edad del Bronce– Mojácar ha sido codiciada por todas las culturas predominantes del Mediterráneo. Fenicios y Cartagineses la usaron como puerto comercial, los griegos la ocuparon y la llamaron Murgis Akra, de ahí la derivación de Moxacar para los romanos.
Para los árabes fue Muxacra, Bajo su dominio, a partir del siglo VII conoció un gran esplendor, dependiendo del Califato de Córdoba y posteriormente del Sultanado Nazari. Cuando el 10 de junio de 1488, los alcaldes de la comarca acuden a rendirse ante los Reyes Católicos, el alcalde de Mojacar no acude por considerarse tan español como ellos. Ali tuvo lugar la entrevista por la que se estableció el pacto de convivencia entre cristianos, árabes y judíos.
Con el cristianismo llegaron cambios de costumbres, se abandono el comercio de la seda, tan popular hasta entonces y se introdujo una economía agraria basada en el cultivo de la vid, higuera y algarrobo. Aunque seguía siendo una pieza importante como plaza defensiva.
Su constante prosperidad que da patente en sus monumentos, tanto civiles como eclesiásticos.
Hacia el siglo XVII llega la decadencia en forma de sequías pertinaces que provocan una despoblación alarmante. El inicio de la actividad minera supuso el mantenimiento de la región, pero termino bruscamente con la I Guerra Mundial, lo que provoco un alto nivel de emigración hacia Sudamérica.
En la actualidad, Mojacar es una localidad prospera gracias al turismo. Sus calles y casas mantienen todo el recuerdo histórico con un exótico toque arabe. Su cultura, tolerancia y el carácter abierto y festivo de sus gentes la convierten en un lugar de disfrute digno de visita y sus estupendas playas mediterráneas lo convierten en uno de los primeros destinos turísticos de España.
Algunos de los monumentos que merece la pena ver en Mojacar son la Iglesia fortaleza de Santa Maria, sus cinco ermitas: San Sebastián, Espíritu Santo, San Agustín, San Ramón y la de la Virgen de los Dolores. Plazas, restos de antiguas fortificaciones, el antiguo barrio judío, varios miradores con vistas sobrecogedoras y, al final de su preciosa playa primero la fortaleza defensiva Castillo de Macenas y la de vigilancia Torre del Peñón -o Pirulico– después, vigilando como el Mediterráneo de funde con el horizonte.
Fotografias de Mojacar
Marga G.-Chas Ocaña