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Villanueva de los Infantes, una villa mágica para para hacer una escapada por Ciudad Real
Ciudad Real puede presumir con orgullo de su patrimonio. Sería imposible entrar en detalle del conjunto arquitectónico impresionante pueblo, el mismo que en tantas ocasiones menciona Cervantes en la partida de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha en su novela. Pero más allá de lo que se ve, son los atractivos ocultos en Villanueva de los Infantes los que te enamorarán.
Conjunto Histórico Artístico
Nos encontramos ante el centro espiritual de la Mancha, del Siglo de Oro, el centro cultural grandes como Quevedo, Cervantes, Lope de Vega o Franscisco Cano, y una de los escenarios de la guerra de independencia. ¡Es simplemente espectacular!
En su Plaza Mayor encontramos las estatuas del Quijote y Sancho, es de planta rectangular, porticada, rodeada de edificios del renacimiento tardío.
Dejamos atrás la plaza y nos encontramos con la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol, que alberga hoy los restos de Quevedo.
Cerca de la iglesia hallamos Hospital de Santiago, que data del siglo XVII, pero nuestra atención la atrajo la Alhóndiga, que fue cárcel 1719 sobresale por su patio central de columnas.
Si callejeas un poco, te toparás de frente con la Casa del Arco, del siglo XVII, su impactante pórtico no pasa desapercibido.
Los vecinos de la localidad podrán enseñarte sus patio señorial de columnas jónicas, están encantados de hacerlo y mostrar al visitante sus joyas arquitectónicas. Una pena que estos rincones no sean tan conocidos.
En la calle de Santo Tomás encontramos la casa de los Estudios, del siglo XVI, antiguo Colegio Menor con un hermoso patio con galerías y de propiedad privada.
Esta calle es un claro ejemplo de lo que fue la localidad de Villanueva de los Infantes, donde encontrarás numerosas casas palaciegas con sus escudos de piedra donde los más destacados son la casa de Santo Tomás, residencia de un gran predicados del siglo XV, o la casa de la Inquisición.
Los restos de Quevedo
Francisco de Quevedo falleció el 8 de septiembre de 1645 en el Convento de Santo Domingo, que lo encontramos en la plaza de San Juan.
Nos llamó la atención que los claustros y la celda donde murió el famoso escritor fueran visitables. Por cierto, la entrada es gratuita.
Una vez en la celda, descubrimos parte de la historia que llevó a los restos de Quevedo a no poder descansar hasta nuestros días. Se dice que los restos del escritor fueron olvidados durante más de tres siglos en una capilla de la familia Bustos de la Parroquia de San Andrés con restos de animales, niños pequeños, jóvenes y ancianos, e incluso fueron profanados para quitarle joyas que llevaba. Pero ya en el S.XIX sus huesos son obligados a ser trasladados al Panteón de los Hombres Ilustres de Madrid. Finalmente en 1955 y casi de casualidad se descubriría en unas excavaciones de la Sala Capitular del templo un fémur que mostraba la cojera del literario. Actualmente, los restos se encuentran en una urna de forja junto al estudio que lo identifica de la Universidad Complutense de Madrid se encuentran en la actualidad en la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol.
Tras los pasos de Don Quijote
Pasado el cruce entre la Calle de Cervantes y Benavente, podemos ver la casa del Caballero del Verde Gabán, con sus columnas toscanas, su galería superior con balaustradas de madera y su hermoso patio manchego.
También vale la pena una visita a la casa de la Pirra, de estilo renacentista del siglo XVI, con un balcón en la esquina, patio cuadrado con columnas y escaleras de la Toscana y de estilo imperial.
En la agradable plaza de la Fuente Vieja, se ubica, el Palacio de los Ballesteros, de estilo renacentista; al mismo tiempo que, la casa de Don Manolito y el Convento de las Franciscanas. No imaginábamos que esta villa tendría tantos rincones secretos.
Plaza Mayor
En esta hermosa plaza parece detenerse el tiempo, sobre todo cuando anochece, los monumentos se iluminan y las calles se vacían. Sentarse en una terraza en ese momento, fue lo mejor del día.
Y qué decir de la gastronomía… con platos tan contundentes como los huevos a la porreta, el asadillo manchego o los duelos y quebrantos, saldrás rodando de Villanueva de los Infantes, ¡qué delicia!
Villanueva de los Infantes es un tesoro de La Mancha que merece la pena visitar, incluso, hacer noche si quieres disfrutar de la magia del anochecer y respirar la energía de tiempos pasados.